Síntomas de depresión y riesgo de ictus

Publicado:

Pedro Armario 01/01/2007

Resumen:

{b>Antecedentes y propósito{/b>: Existe una evidencia cada vez mayor de la posibilidad de asociación entre depresión y riesgo ictus. Este estudio examina si los síntomas de depresión están asociados con un incremento del riesgo de episodios cerebrovasculares en una muestra basada en la comunidad.

{b>Métodos{/b>: Se llevó a cabo un estudio prospectivo en 4.210 participantes del estudio de Framingham, de 20 a 100 años de edad, con hasta 8 años de seguimiento. Los síntomas depresivos se midieron mediante la Escala de Depresión del Centro para Estudios Epidemiológicos. La incidencia de ictus y accidentes isquémicos transitorios (AIT) fueron valorados mediante criterios diagnósticos estandarizados. La asociación entre síntomas de depresión y riesgo de ictus /AIT se analizó mediante un modelo de riesgo de Cox, después de ajustar por los factores de riesgo de ictus clásicos.

{b>Resultados{/b>: En los participantes < 65 años, el riesgo de desarrollar ictus/AIT fue 4,21 veces mayor (p= 0,001) en aquellos con síntomas de depresión. Después de ajustar por los componentes del Perfil de Riesgo de Ictus de Framingham (razón de riesgo = 3,43; IC 95% 1,60 a 7,36, p= 0,002) y nivel de ecuación (razón de riesgo = 4,89, IC 95% 2,19 a 10,95), se obtuvieron resultados similares. En los sujetos mayores de 65 años, los síntomas de depresión no se asociaron con un incremento del riesgo de ictus /AIT. La toma de mediación antidepresiva no alteró el riesgo asociado con los síntomas de depresión.

{b>Conclusiones{/b>: En este estudio basado en la comunidad, los síntomas de depresión eran un factor de riesgo independiente de incidencia de ictus/AIT en sujetos < 65 años. Estos datos sugieren que la detección de síntomas de depresión a edades más jóvenes podría tener un impacto en la prevención primaria del ictus.

Comentario:

Existe una evidencia cada vez mayor del papel que jugarían los factores psicosociales como factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, especialmente en lo referente a la enfermedad coronaria. Menos evidencia se ha publicado sobre la relación entre factores psicosociales e ictus, aunque hace ya más de 15 años se publicaron los resultados de un estudio prospectivo que mostró una asociación entre estrés psicológico e ictus (1). Por otra parte, los resultados del “Copenhangen City Heart Study” llevado a cabo entre 55.604 varones y 6.970 mujeres, tras 14 años de seguimiento encontraron una asociación entre elevado estrés autoreferido y un incremento del riesgo de ictus fatal en relación a las personas sin estrés (2).

Por lo que respecta a la depresión, diversos estudios prospectivos han mostrado una asociación entre depresión e incidencia de hipertensión arterial, enfermedad coronaria y mortalidad cardiovascular. Un reciente metaanálisis de 34 estudios (3) se observó un riesgo relativo de enfermedad coronaria de 1,8 (IC 95% 1,50-2,15), aunque los autores concluyen que en solo algunos estudios era posible ajustar por otros factores de riesgo clásicos y por la severidad de la enfermedad coronaria.

Los resultados de este interesante estudio aquí comentado, basado en la población de Framingham, muestran una asociación entre síntomas de depresión e incidencia d ictus, pero tan solo en los sujetos menores de 65 años de edad. El riesgo relativo fue de 4,21, y tras ajustar por otros factores de riesgo clásicos de 3,43 (IC 95% 1,60 a 7,36). Varios mecanismos podrían contribuir a explicar esta asociación, aunque no dejan de ser especulativos, pues no están bien demostrados: Incremento de la actividad simpática, disminución de la variabilidad de la frecuencia cardiaca, inestabilidad ventricular, mayor activación plaquetar y o incremento de factores inflamatorios, e isquemia miocárdica secundaria al estrés.

Si realmente se confirmaría esta asociación, podría ser de interés para la prevención primaria del ictus, como señalan los propios autores. No obstante, no conozco ningún estudio que haya demostrado que la mejoría de los síntomas depresivos reduzca la incidencia del ictus. De cualquier manera la evidencia de la asociación es cada vez mayor, y no puede ser explicada por una mayor prevalencia de otros factores de riesgo o de hábitos de conducta menos cardiosaludables o un peor cumplimiento de la medicación, que pudiesen actuar como factores de confusión. Quedaría por explicar porqué esta asociación observada en los menores de 65 años no se ha encontrado en los mayores de 65 años.

{a name=»E1″>(1) Harsmsen P et al . Stroke 1990;21:223-9){br>
{a name=»E2″>(2) Truelsen T et al. Stroke 2003;34:856-62{br>
{a name=»E3″>(3) Nicholson A et al. Eur Heart J 2006;27:2763-74

[su_note note_color=»#f4f2b8″ text_color=»#5e5e5e»]Cita original:
Salaycik KJ, Nelly-Hayes M, Beiser A, Nguyen AH, Brady SM, Kase CS, Wolf PA. Depressive symptoms and risk of stroke. The Framingham Study. Stroke 2007;38:16-21[/su_note]

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