José Manuel Cruz Domenech, Médico de Familia, ABS La Riera, Badalona 23-10-2006
Me gustaría saber vuestra opinión sobre el término «Síndrome metabólico». ¿Es una enfermedad? ¿Es un paciente de alto riesgo pero no enfermo? Ya que últimamente leo sobre el tema y nunca veo que los expertos se aclaren mucho. Unos defienden que sí que es una enfermedad, otros que son pacientes con alto o muy alto riesgo. Yo tengo la costumbre de anotarlo como » Síndrome metabólico» en la historia para así tener constancia de que se trata de un paciente de alto riesgo, pero no se si lo hago bien.
Por otro lado tambien deseo saber si existe alguna cosa sobre pacientes con Síndrome metabólico y enfermedad vascular periférica de extremidades inferiores oculta o asintomática.
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En general, los términos síndrome y enfermedad son excluyentes. Por ejemplo, el síndrome de Cushing está constituido por una serie de síntomas, signos y datos biológicos derivados de la exposición excesiva a los glucocorticoides, mientras que la Enfermedad de Cushing es un adenoma hipofisario productor de ACTH que produce la sintomatología propia del síndrome. En el caso de síndrome metabólico tenemos igualmente una agregación de signos y datos biológicos que se combinan entre sí en determinados individuos, pero que no pueden definirse como enfermedad al carecer de una base etiológica y/o patogenética claramente definida e identificada.
El término síndrome metabólico se acuñó en 1998 por la OMS para identificar una serie de individuos que presentaban de forma simultánea varias alteraciones que les conferían un riesgo metabólico (de desarrollo de diabetes) elevado, así como una elevada incidencia de enfermedad cardiovascular. En realidad esta agregación ya había sido identificada 10 años atrás por Gerald Raeven, aunque el término escogido fue el de síndrome X. La coincidencia con otros síndromes X en varias áreas médicas desaconsejó seguir utilizando dicha terminología. Esta definición de la OMS pasó relativamente desapercibida, dado que incluía en la identificación de los individuos con síndrome metabólico la resistencia a la insulina, elemento difícil de evaluar en la práctica clínica y que por tanto limitaba su aplicabilidad poblacional. En el 2001 el NCEP-ATPIII propuso una nueva definición que permitía una evaluación generalizada de prácticamente toda la población, lo que ha motivado que se hayan llevado a cabo un gran número de estudios, básicamente transversales y alguno longitudinal, examinando diversos aspectos de este síndrome desde el punto de vista epidemiológico y predictivo. El pasado 2005, la IDF propuso una definición algo diferente del síndrome metabólico en la que se otorgaba una mayor importancia al perímetro de la cintura y se establecían puntos de corte distintos en función del área geográfica de procedencia. Esto estaba motivado por la demostración de que los individuos asiáticos pueden tener anomalías metabólicas agregadas con un menor perímetro de la cintura y además porque permite la identificación de los individuos en áreas geográficas donde existen muchas limitaciones para el cribado de los factores de riesgo mediante técnicas analíticas.
La importancia del síndrome metabólico radica en su capacidad de identificar a individuos con elevado riesgo cardiovascular y para el desarrollo futuro de diabetes tipo 2. Aunque no está claramente demostrado que el riesgo de estos individuos sea mayor del que les confiere los factores de riesgo que lo integran, en cualquier caso el riesgo absoluto de estos individuos es elevado. Esto es especialmente importante por dos motivos. En primer lugar sienta la base para aconsejar modificaciones del estilo de vida en una parte importante de la población, tanto a nivel individual (trabajo que reposa fundamentalmente en los médicos de atención primaria) como a nivel poblacional (trabajo que debe reposar fundamentalmente en las administraciones). Además también puede ser especialmente importante en sujetos con elevaciones ligeras de los factores de riesgo clásicos como la PA o el LDL, en los que la presencia de síndrome metabólico supone un riesgo añadido que puede modificar la actitud terapéutica respecto a las indicaciones de fármacos o a los objetivos de control. En este sentido es posible que las guías de práctica clínica futuras recomienden objetivos de control de PA y de LDL-colesterol inferiores en pacientes con síndrome metabólico o que introduzcan indicaciones de fármacos que modifiquen el acúmulo de grasa abdominal y/o los niveles de lípidos (HDL y triglicéridos) así como la intolerancia hidrocarbonada.
Por lo que respecta a la asociación del síndrome metabólico con la enfermedad arterial periférica existen dos trabajos que han demostrado dicha asociación, tanto en individuos con enfermedad cardiovascular establecida (Olighoek JK, et al. Eur Heart J 2004; 25: 342-348) como en población general de edad avanzada (Lahoz C, et al. Diabetes Care 2006; 29: 148-150.)
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