Mariano de la Figuera 01/01/2012
Resumen:
El objetivo del presente estudio fue analizar las consecuencias a largo plazo sobre el riesgo cardiovascular de una dieta caracterizada por una reducción de la ingesta de carbohidratos y un aumento de las proteínas. Para ello se diseñó un estudio poblacional, prospectivo y de cohortes, sobre un total de 43.396 mujeres suecas entre 30-49 años{a name=»p-5″ id=»p-5″> que completaron un extenso cuestionario dietético y fueron seguidas una media de 15,7 años.
La variable principal fue la combinación de diversas enfermedades cardiovasculares, datos obtenidos a partir de los registros nacionales. Se categorizó la ingesta de hidratos de carbono y proteínas en deciles y la combinación de ambas variables en una puntuación de 2-20.
Durante el período de seguimiento, 1.270 mujeres sufrieron un evento cardiovascular. Tras los ajustes por la ingesta calórica, grasas (saturadas e insaturadas) y otras variables confundentes, como la presencia de factores de riesgo cardiovascular, se observó que la reducción de un 10% de la ingesta de carbohidratos o el aumento en la misma proporción de la ingesta proteica o el incremento en 2 unidades de la puntuación “baja ingesta de hidratos de carbono-alta ingesta de proteínas”, se asoció con un incremento estadísticamente significativo de la incidencia de enfermedades cardiovasculares (1,04; IC 95: 1,00-1,08), (1.04;1,02-1,06) y (1,05; 1,02-1,08), respectivamente. No se observó heterogeneidad entre la asociación de las mencionadas puntuaciones con la incidencia de enfermedad coronaria, ictus isquémico, ictus hemorrágico, hemorragia subaracnoidea y arteriopatía periférica.
Comentario:
El sobrepeso y la obesidad es uno de los problemas de salud más prevalentes de las sociedades occidentales, cuyo tratamiento se basa en dos pilares fundamentales: el ejercicio físico y la disminución de la ingesta calórica. Existen múltiples tipos de dieta con resultados variables sobre el peso corporal. Una de las dietas más populares es la que combina la reducción de la ingesta de hidratos de carbono, especialmente aquellos refinados o simples, con el aumento de la ingesta de proteínas, especialmente las de origen vegetal. En relación con esta dieta existen varios estudios con resultados contrapuestos sobre su impacto sobre la salud cardiovascular. En el Nurses’ Health Study de los Estados Unidos no se observó una asociación entre el seguimiento de esta dieta con la incidencia de enfermedad coronaria. Sin embargo, 3 estudios realizados sobre poblaciones europeas sugieren lo contrario.
Los resultados del presente estudio poblacional-Swedish Women’s Lifestyle and Health Cohort- confirman que una dieta con las características mencionadas se asocia con un aumento del riesgo cardiovascular. De una manera simplificada y práctica, un reducción en 20 gramos de la ingesta de hidratos de carbono junto a un incremento en 5 gramos de la ingesta de proteínas puede incrementar en un 5% el riesgo cardiovascular global. Una de las fortalezas de este estudio es su base poblacional y como limitaciones, por una parte, el hecho que la encuesta dietética fue autoadministrada y solo al inicio del estudio y, en segundo luga,r que sus resultados son aplicables a mujeres en el rango de edad de 30-49 años. En relación con la plausibilidad biológica, es posible que la restricción de vegetales, frutas, legumbres y cereales, junto al aumento de la ingesta de proteínas de origen animal expliquen, en parte, el aumento del riesgo cardiovascular, si bien no se pueden extraer firmes conclusiones en este sentido, como tampoco puede contestar a cuestiones relacionadas con otros beneficios observados a corto plazo como la propia reducción ponderal o sobre la resistencia a la insulina. En cualquier caso, sigue siendo válida la propuesta de “lo mejor es comer de todo, pero en plato pequeño”
[su_note note_color=»#f4f2b8″ text_color=»#5e5e5e»]Cita original:
Lagiou P, Sandin S, Lof M, Trichopoulos D, Adami H-O, Weiderpass E. Low carbohydrate-high protein diet and incidence of cardiovascular diseases in Swedish women: prospective cohort study. BMJ 2012;344:e4026[/su_note]